Hernán Talavera explora las posibilidades visuales y conceptuales del entorno paisajístico en busca de poesía subyacente.
En "La sucesión del silencio", la contemplación de planos estáticos establece la relación entre la expresión y la naturaleza en un acto de captación del movimiento interno de las cosas. Las obras que componen esta serie entran en el universo del tiempo detenido de la pintura, revelando simbólicamente el encuentro de lo efímero con lo eterno. “La sucesión del silencio” está enfocada desde la perspectiva poética del haiku, intentando describir con las mínimas pinceladas la sensación del instante vivido en un lugar y en un momento concretos, espiritualizándolo y elevándolo por encima de su pequeña transcendencia, haciendo invisible la presencia del autor (fusionándolo con la naturaleza).