
Este trabajo se caracteriza por una visión catastrofista del futuro.
La verdad es que, con lo que está cayendo, no me apetece reflejar mundos idílicos y solo me puedo imaginar un futuro, en el que el tan demandado estado del bienestar se empieza a diluir entre tantos problemas económicos.
Si a eso sumamos los desastres ecológicos y los negros augurios sobre los siglos venideros, más los peligros radiactivos, tenemos el coctel perfecto para que mi estado de ánimo se revele y plasme todo ese pesimismo.
El pesimismo reinante y los malos augurios se mezclan y este es el resultado.
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